A nivel
general, podríamos hablar de “modelos dominantes” de desarrollo y de “modelos
alternativos” de desarrollo. Veamos:
“MODELOS
DOMINANTES” DE DESARROLLO
Según Tegegn
(2000), “el mundo se ha rendido al modelo universal, al paradigma y al discurso
sobre el desarrollo dominantes. Y es precisamente la validez de este discurso
lo que queremos explorar aquí: su ética y si responde o no a las preguntas que
se plantea la humanidad”.
Un paradigma
basado en la ciencia y la tecnología; un modelo que, usando otra terminología,
se denomina neoliberalismo.
El modelo
neoliberal, que también se lo ha venido a nombrar pensamiento único, consiste panorámicamente-
en la liberalización de la economía, una economía de mercado. Para Ignacio
Ramonet, este pensamiento se trata de:
-La traducción
a términos ideológicos de pretensión universal de los intereses de un conjunto
de fuerzas económicas, en especial las del capital internacional y sus
principios son muy parecidos a los
defendidos por
los teóricos neoliberales: lo económico prima sobre lo político (se coloca a la
economía en el puesto de mando, liberada de lo social); el mercado (cuya mano
invisible corrige las asperezas y disfunciones del capitalismo, y muy
especialmente los mercados financieros, cuyos signos orientan y determinan el
movimiento general de la economía; la competencia y la competitividad (que
estimulan y dinamizan a las empresas llevándolas a una permanente y benéfica modernización;
el libre intercambio sin límites (factor de desarrollo ininterrumpido del
comercio y, por consiguiente de la sociedad); la mundialización (tanto de la
producción manufacturera como de los flujos financieros); la división
internacional del trabajo (que modera las reivindicaciones sindicales y abarata
los costes salariales; la moneda fuerte (factor de estabilización); la
desreglamentación, la privatización, la liberalización; cada vez menos Estado y
un arbitraje constante en favor de los ingresos del capital en detrimento de
los del trabajo; indiferencia con respecto al costo ecológico (citado en
Estefanía,2001:79-80)-
Así, en este
modelo, sus principales núcleos temáticos son la modernización, competitividad,
Estado mínimo, mundialización, contracción de lo público, mercado, primacía
monetaria, desregulación, desarrollo tecnológico, empresa. Su correlato
político lo expresan términos como individuo, equidad, sociedad civil,
neocorporativismo, gobernabilidad, eficacia. Se trata de la construcción de una
ideología, que no afecta exclusivamente al pensamiento económico, sino a la representación
total de una realidad que afirma que el mercado es el que gobierna y el
Gobierno, quien gestiona (Ibid). Se puede decir que en este proceso de
globalización, la “mercadización” se añade como nuevo elemento a la fórmula
desarrollo = modernización = industrialización. En palabras de Ahumada (1998),
el modelo neoliberal se caracteriza por un “paquete de reformas económicas y
políticas” como la apertura completa de las economías a los mercados y al capital
internacional, recorte del gasto público y eliminación de los subsidios
sociales, privatización de las empresas estatales y, en general, el
establecimiento del clima más propicio para la inversión extranjera.
Conocemos que
estas “fábulas del mercado”, este modelo neoliberal, ha sido cuestionado, ya
que en muchas partes del mundo han agravado ciertos problemas económicos,
políticos, sociales, ambientales, etc., y que la pobreza y las desigualdades
han aumentado en los últimos años. Como lo señala Stiglitz (2002:30), “la
globalización no ha conseguido reducir la pobreza, pero tampoco garantizar la estabilidad”.
Casi siempre
los modelos de desarrollo –de cualquier tipo- se hacen aparecer como “promesa”:
promesa de una mejor calidad de vida, de un bienestar, de un aumento de
ingresos... la promesa del “desarrollo”.
Edgar Revéiz
(2004) proporciona una visión integral de la globalización, “que opta por
sobrepasar las materias vinculadas a la expansión del comercio y la inversión
privada, y por profundizar acerca de la relación que ellas tienen con otras tan
importantes como la inseguridad y la violencia, la fragmentación social y la
pobreza, la corrupción y la crisis de la justicia”. El autor explicita la
diferencia que existe entre la instrumentación del modelo neoliberal (como
primera etapa de la globalización) y los nuevos desarrollos que están en el
proceso de fundar un nuevo orden internacional “en el que las dimensiones sociales,
políticas y ambientales cobren un papel preponderante”.
Al hablar de la
tragedia neoliberal, Revéiz se refiere a “la incapacidad de los principales
actores económicos y sociales y de los Estados Nación para generar los
equilibrios entre el darwinismo económico y la cultura, entre los tres poderes
del Estado, entre la media y estos poderes, entre los intereses de los grupos
sociales, entre el fuerte y el débil y, lo más importante, entre las grandes
potencias, alrededor de las estrategias y los objetivos internacionales de una
nueva fase social
de la
globalización”.
Se resalta en
el autor su sentido crítico y su “propósito de crear un nuevo espacio de
discusión” que rompa el pensamiento único y expresado como lo políticamente
correcto, lo económicamente correcto y lo mediáticamente correcto. Sí, para
nadie es un secreto el fracaso del modelo, expresado entre otras cosas por la
crisis del sector financiero mundial de 2008. Repensar ese modelo, es pensar en
modelos alternativos.
“MODELOS
ALTERNATIVOS” DE DESARROLLO
Dentro del
concierto de teorías del desarrollo, se presentan teorías que reivindican la
capacidad de los propios pueblos para decidir, orientar y manejar su propio
desarrollo, esto es, un “desarrollo desde abajo”. Y es aquí donde teorías como
el desarrollo local, el desarrollo endógeno, el etnodesarrollo, el desarrollo
humano, etc., adquieren gran importancia y significado.
No existe un
modelo único de desarrollo, sino más bien existen trayectorias que evidencian
un proceso de transformación social en el que intervienen y se imbrican
factores económicos, humanos, culturales, políticos, ecológicos...
Sí, sabemos que
“no existe una sola vía de desarrollo”, una sola “modernidad”, sino diversas
formas de modernidad, construidas de diversos modos; diversas estrategias y
proyectos diferenciados de zona a zona. El tema –como lo manifiesta Rist- no es
saber si las sociedades tienen que cambiar o no –porque de todas maneras
cambian- sino saber si el “desarrollo” (tal como se define en el pensamiento
ordinario) constituye la única forma de encarar ese cambio. Más aún, “es
posible recuperar el desarrollo como un espacio importante para reelaborar y trabajar
la modernidad, para convertirla en algo distinto” (Escobar,2002:21).
Díaz de Landa
(2006:96), anota que la abundante literatura sobre el desarrollo inunda nuestra
imaginación, reflexión e intentos de comprender sus problemas, y definir las
acciones de resolución de éstos. “Desarrollo humano, desarrollo social,
desarrollo sustentable, desarrollo institucional, desarrollo a escala humana, desarrollo
local, enuncian problemáticas del desarrollo y delimitan aparentemente— su
preocupación en algunos aspectos de la compleja trama de cuestiones y
consecuencias que encierran los procesos de cambio acontecidos en las
sociedades —múltiples y diversas, pero también transnacionalizadas bajo los
efectos del desarrollo del capitalismo”.
Agrega que es
necesario, por tanto, articular conceptualmente sus respectivos énfasis en
cuanto a los objetivos del desarrollo, la territorialidad óptima para su
consecución, sus limitaciones y potencialidades para impulsar procesos de
transformación social. “La complejidad del desarrollo deriva tanto de su
carácter inevitablemente social, y por tanto histórico y construido, como del
entrecruzamiento que el mismo supone entre teoría y praxis; conocimiento,
acción y reflexividad; sistemas expertos y saberes de los agentes involucrados
y sujetos afectados en y por el proceso de desarrollo; y de la difícil relación
entre ciencia y valores, por cuanto siempre sobrevuela la pregunta:
¿desarrollo, hacia dónde y para qué?”
García Delgado
(2006) señala que las características del modelo de desarrollo por el que se
opte también determinarán en el tipo de sociedad que se busca configurar en el
mediano plazo (estructura social, configuración ética, imaginarios), es decir,
la sociedad deseada.
En algún
sentido durante la vigencia del modelo neoliberal, el tipo de sociedad que se
buscaba configurar era el de una sociedad de mercado, donde la ciudadanía
quedaba definida en términos del consumo.
Comparto con
Latouche (2007), que sin pasar revista a la larga lista de innovaciones
conceptuales, vale la pena detenerse en los más recientes y persistentes
hallazgos: el desarrollo social, el desarrollo humano, el desarrollo local y el
desarrollo sostenible. Para desmitificar los “vestidos nuevos” del desarrollo,
hay que ir incluso más lejos y acorralar al desarrollismo, incluso en los
proyectos llamados “alternativos”. Otra discusión relevante en la actualidad es
sobre el postdesarrollo.
Se parte de la
premisa que “la idea del desarrollo está perdiendo fuerza”, como lo señala
Arturo Escobar (1999:129), “por su incapacidad para cumplir sus promesas”. Esto
lleva al reto de “contribuir a colocar en un primer plano y a posibilitar modos
de vida y construcciones de identidad alternativas, marginales y disidentes. En
este proceso, quizá el “desarrollo” dejará de existir como el objetivo
incuestionado que ha sido hasta el presente”. Así, la evidencia del creciente
descontento con el desarrollo en muchas partes del llamado Tercer Mundo, fue lo
que dio lugar a que algunos teóricos sugirieran la idea del postdesarrollo.
Serge Latouche
(2007), expresa que es “urgente organizar el posdesarrollo”, “bajar y tomar
otro tren en la dirección opuesta”, “sería necesario descolonizar nuestras
mentalidades”. Anota que en el fondo, hay dos maneras de concebir otra
sociedad, en la que se viviría de otra manera: podemos optar por ella (intentar
construirla), pero también nos la pueden imponer. De ahí la importancia de la
“protesta social; articular resistencia y disidencia. Y es así como, al
contrario que Penélope, tejemos de noche el tejido social que la globalización
y el desarrollo deshacen de día”. En este texto nos detenemos en el llamado
desarrollo local y sus actores; con una visión de desarrollo alternativo.
Ver capítulo IX del libro: CARVAJAL BURBANO, Arizaldo (2009). Desarrollo y
postdesarrollo: Modelos y alternativas. Cali, Escuela de Trabajo Social y Desarrollo
Humano-Universidad del Valle. Disponible en Recursos Bibliográficos
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