“MODELOS DOMINANTES” Y “MODELOS ALTERNATIVOS” DE DESARROLLO. - Glenn Anchundia

lunes, 17 de febrero de 2020

“MODELOS DOMINANTES” Y “MODELOS ALTERNATIVOS” DE DESARROLLO.


A nivel general, podríamos hablar de “modelos dominantes” de desarrollo y de “modelos alternativos” de desarrollo. Veamos:



“MODELOS DOMINANTES” DE DESARROLLO
Según Tegegn (2000), “el mundo se ha rendido al modelo universal, al paradigma y al discurso sobre el desarrollo dominantes. Y es precisamente la validez de este discurso lo que queremos explorar aquí: su ética y si responde o no a las preguntas que se plantea la humanidad”.
Un paradigma basado en la ciencia y la tecnología; un modelo que, usando otra terminología, se denomina neoliberalismo.
El modelo neoliberal, que también se lo ha venido a nombrar pensamiento único, consiste panorámicamente- en la liberalización de la economía, una economía de mercado. Para Ignacio Ramonet, este pensamiento se trata de:
-La traducción a términos ideológicos de pretensión universal de los intereses de un conjunto de fuerzas económicas, en especial las del capital internacional y sus principios son muy parecidos a los
defendidos por los teóricos neoliberales: lo económico prima sobre lo político (se coloca a la economía en el puesto de mando, liberada de lo social); el mercado (cuya mano invisible corrige las asperezas y disfunciones del capitalismo, y muy especialmente los mercados financieros, cuyos signos orientan y determinan el movimiento general de la economía; la competencia y la competitividad (que estimulan y dinamizan a las empresas llevándolas a una permanente y benéfica modernización; el libre intercambio sin límites (factor de desarrollo ininterrumpido del comercio y, por consiguiente de la sociedad); la mundialización (tanto de la producción manufacturera como de los flujos financieros); la división internacional del trabajo (que modera las reivindicaciones sindicales y abarata los costes salariales; la moneda fuerte (factor de estabilización); la desreglamentación, la privatización, la liberalización; cada vez menos Estado y un arbitraje constante en favor de los ingresos del capital en detrimento de los del trabajo; indiferencia con respecto al costo ecológico (citado en Estefanía,2001:79-80)-

Así, en este modelo, sus principales núcleos temáticos son la modernización, competitividad, Estado mínimo, mundialización, contracción de lo público, mercado, primacía monetaria, desregulación, desarrollo tecnológico, empresa. Su correlato político lo expresan términos como individuo, equidad, sociedad civil, neocorporativismo, gobernabilidad, eficacia. Se trata de la construcción de una ideología, que no afecta exclusivamente al pensamiento económico, sino a la representación total de una realidad que afirma que el mercado es el que gobierna y el Gobierno, quien gestiona (Ibid). Se puede decir que en este proceso de globalización, la “mercadización” se añade como nuevo elemento a la fórmula desarrollo = modernización = industrialización. En palabras de Ahumada (1998), el modelo neoliberal se caracteriza por un “paquete de reformas económicas y políticas” como la apertura completa de las economías a los mercados y al capital internacional, recorte del gasto público y eliminación de los subsidios sociales, privatización de las empresas estatales y, en general, el establecimiento del clima más propicio para la inversión extranjera.
Conocemos que estas “fábulas del mercado”, este modelo neoliberal, ha sido cuestionado, ya que en muchas partes del mundo han agravado ciertos problemas económicos, políticos, sociales, ambientales, etc., y que la pobreza y las desigualdades han aumentado en los últimos años. Como lo señala Stiglitz (2002:30), “la globalización no ha conseguido reducir la pobreza, pero tampoco garantizar la estabilidad”.
Casi siempre los modelos de desarrollo –de cualquier tipo- se hacen aparecer como “promesa”: promesa de una mejor calidad de vida, de un bienestar, de un aumento de ingresos... la promesa del “desarrollo”.
Edgar Revéiz (2004) proporciona una visión integral de la globalización, “que opta por sobrepasar las materias vinculadas a la expansión del comercio y la inversión privada, y por profundizar acerca de la relación que ellas tienen con otras tan importantes como la inseguridad y la violencia, la fragmentación social y la pobreza, la corrupción y la crisis de la justicia”. El autor explicita la diferencia que existe entre la instrumentación del modelo neoliberal (como primera etapa de la globalización) y los nuevos desarrollos que están en el proceso de fundar un nuevo orden internacional “en el que las dimensiones sociales, políticas y ambientales cobren un papel preponderante”.
Al hablar de la tragedia neoliberal, Revéiz se refiere a “la incapacidad de los principales actores económicos y sociales y de los Estados Nación para generar los equilibrios entre el darwinismo económico y la cultura, entre los tres poderes del Estado, entre la media y estos poderes, entre los intereses de los grupos sociales, entre el fuerte y el débil y, lo más importante, entre las grandes potencias, alrededor de las estrategias y los objetivos internacionales de una nueva fase social
de la globalización”.
Se resalta en el autor su sentido crítico y su “propósito de crear un nuevo espacio de discusión” que rompa el pensamiento único y expresado como lo políticamente correcto, lo económicamente correcto y lo mediáticamente correcto. Sí, para nadie es un secreto el fracaso del modelo, expresado entre otras cosas por la crisis del sector financiero mundial de 2008. Repensar ese modelo, es pensar en modelos alternativos.

“MODELOS ALTERNATIVOS” DE DESARROLLO
Dentro del concierto de teorías del desarrollo, se presentan teorías que reivindican la capacidad de los propios pueblos para decidir, orientar y manejar su propio desarrollo, esto es, un “desarrollo desde abajo”. Y es aquí donde teorías como el desarrollo local, el desarrollo endógeno, el etnodesarrollo, el desarrollo humano, etc., adquieren gran importancia y significado.
No existe un modelo único de desarrollo, sino más bien existen trayectorias que evidencian un proceso de transformación social en el que intervienen y se imbrican factores económicos, humanos, culturales, políticos, ecológicos...
Sí, sabemos que “no existe una sola vía de desarrollo”, una sola “modernidad”, sino diversas formas de modernidad, construidas de diversos modos; diversas estrategias y proyectos diferenciados de zona a zona. El tema –como lo manifiesta Rist- no es saber si las sociedades tienen que cambiar o no –porque de todas maneras cambian- sino saber si el “desarrollo” (tal como se define en el pensamiento ordinario) constituye la única forma de encarar ese cambio. Más aún, “es posible recuperar el desarrollo como un espacio importante para reelaborar y trabajar la modernidad, para convertirla en algo distinto” (Escobar,2002:21).
Díaz de Landa (2006:96), anota que la abundante literatura sobre el desarrollo inunda nuestra imaginación, reflexión e intentos de comprender sus problemas, y definir las acciones de resolución de éstos. “Desarrollo humano, desarrollo social, desarrollo sustentable, desarrollo institucional, desarrollo a escala humana, desarrollo local, enuncian problemáticas del desarrollo y delimitan aparentemente— su preocupación en algunos aspectos de la compleja trama de cuestiones y consecuencias que encierran los procesos de cambio acontecidos en las sociedades —múltiples y diversas, pero también transnacionalizadas bajo los efectos del desarrollo del capitalismo”.
Agrega que es necesario, por tanto, articular conceptualmente sus respectivos énfasis en cuanto a los objetivos del desarrollo, la territorialidad óptima para su consecución, sus limitaciones y potencialidades para impulsar procesos de transformación social. “La complejidad del desarrollo deriva tanto de su carácter inevitablemente social, y por tanto histórico y construido, como del entrecruzamiento que el mismo supone entre teoría y praxis; conocimiento, acción y reflexividad; sistemas expertos y saberes de los agentes involucrados y sujetos afectados en y por el proceso de desarrollo; y de la difícil relación entre ciencia y valores, por cuanto siempre sobrevuela la pregunta: ¿desarrollo, hacia dónde y para qué?”
García Delgado (2006) señala que las características del modelo de desarrollo por el que se opte también determinarán en el tipo de sociedad que se busca configurar en el mediano plazo (estructura social, configuración ética, imaginarios), es decir, la sociedad deseada.
En algún sentido durante la vigencia del modelo neoliberal, el tipo de sociedad que se buscaba configurar era el de una sociedad de mercado, donde la ciudadanía quedaba definida en términos del consumo.
Comparto con Latouche (2007), que sin pasar revista a la larga lista de innovaciones conceptuales, vale la pena detenerse en los más recientes y persistentes hallazgos: el desarrollo social, el desarrollo humano, el desarrollo local y el desarrollo sostenible. Para desmitificar los “vestidos nuevos” del desarrollo, hay que ir incluso más lejos y acorralar al desarrollismo, incluso en los proyectos llamados “alternativos”. Otra discusión relevante en la actualidad es sobre el postdesarrollo.
Se parte de la premisa que “la idea del desarrollo está perdiendo fuerza”, como lo señala Arturo Escobar (1999:129), “por su incapacidad para cumplir sus promesas”. Esto lleva al reto de “contribuir a colocar en un primer plano y a posibilitar modos de vida y construcciones de identidad alternativas, marginales y disidentes. En este proceso, quizá el “desarrollo” dejará de existir como el objetivo incuestionado que ha sido hasta el presente”. Así, la evidencia del creciente descontento con el desarrollo en muchas partes del llamado Tercer Mundo, fue lo que dio lugar a que algunos teóricos sugirieran la idea del postdesarrollo.
Serge Latouche (2007), expresa que es “urgente organizar el posdesarrollo”, “bajar y tomar otro tren en la dirección opuesta”, “sería necesario descolonizar nuestras mentalidades”. Anota que en el fondo, hay dos maneras de concebir otra sociedad, en la que se viviría de otra manera: podemos optar por ella (intentar construirla), pero también nos la pueden imponer. De ahí la importancia de la “protesta social; articular resistencia y disidencia. Y es así como, al contrario que Penélope, tejemos de noche el tejido social que la globalización y el desarrollo deshacen de día”. En este texto nos detenemos en el llamado desarrollo local y sus actores; con una visión de desarrollo alternativo.



Ver capítulo IX del libro: CARVAJAL BURBANO, Arizaldo (2009). Desarrollo y
postdesarrollo: Modelos y alternativas. Cali, Escuela de Trabajo Social y Desarrollo
Humano-Universidad del Valle. Disponible en Recursos Bibliográficos 

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